Y te sentís idiota al no valorar lo que te rodea; cuando en algún momento podría llegar a irse, cuando podría dejar de suceder cosas que quieres. No aprender a valorar tu alrededor puede llegar a ser es mayor mal que jamás podrás haber hecho; sin darte cuenta, tal vez, o bien sabiendo el camino que elegiste seguiste en él y no te controlaste nunca, no quisiste ver el camino de migas que dejaste al transitar, no pudiste ver tus huellas, ni si quiera pudiste voltear y decir que estabas en error. Cometer errores, por supuesto, está en nuestra esencia, seguir haciéndolo es una opción.
En ese preciso momento quizá las ganas no son adecuadas a la acción que se desea realizar pero, "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy"; si no es posible cambiar el pensamiento, deberemos mirar para adentro y preguntarle al corazón qué pasa con nosotros, qué pasa en nuestra mente, qué se puede hacer, qué debemos corroborar y qué queremos hacer. Es cierto, muchas veces no queremos hacer lo que debemos, sin embargo, lo que debemos hacer suele traer mejores consecuencias que lo que queremos hacer y no debemos.
Buscar la felicidad es un miramiento interno; una purificación del alma; una mirada a la realidad a través de nuestras percepciones. Ella trae paz, y cuando crees haberla obtenido te das cuenta que no es suficiente, que podrías tener más, y en ese momento ya no eres feliz porque buscas más de lo que posees.
Tampoco debe tratarse de conformarse con lo que se tiene; sino valorar, aprender, amar, aceptar y disfrutar.
Felicidad; contemplación del alma; amor.
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